En 1939 el glaciar provocó inundaciones al no romperse y la Armada llevó adelante un operativo para revertir la situación
El glaciar Perito Moreno no siempre tuvo buena fama. Hace casi 70 años, lejos del espectáculo que subyugó a unas pocas decenas de espectadores el miércoles pasado, dos aviones de la Armada lo bombardearon. El objetivo: derribar una punta de hielo que había avanzado hasta obstruir por completo la desembocadura al Canal de los Témpanos de los lagos Brazo Rico y Roca.
Todo comenzó en octubre de 1939, cuando los pobladores advirtieron con preocupación un aumento del nivel de estos lagos y una consecuente disminución del lago Argentino y del río Santa Cruz, a los que alimentan.
Según una crónica publicada por LA NACION el 28 de noviembre de 1939, antes de que las inundaciones pasaran a mayores, un ingeniero agrónomo del lugar llamado Eric Helander decidió tomar cartas en el asunto y fue hasta el glaciar provisto de dinamita. Al llegar, «pudo comprobar que el deslizamiento del ventisquero [otro de los nombres que recibe el Perito Moreno] a la costa del cerro Mitre había empujado piedras y enormes robles, arrancándolos de cuajo», detalla el artículo.
Al ver sus fuerzas sobrepasadas, el audaz poblador recurrió a las autoridades locales, quienes junto al ministerio de Marina decidieron bombardear la gigante masa de hielo. La incursión se dispuso en principio para el 4 de noviembre, pero las malas condiciones climáticas obligaron a posponerla hasta la tarde del 9.
«Se arrojaron una docena de bombas? aunque no tenían la potencia de las actuales, fue algo bastante irracional», sostiene Eduardo Malagnino, geólogo de la UBA e investigador del Conicet a lanacion.com .
«A fines de noviembre, el Brazo Rico había subido entre cinco y seis metros. En la zona peligraban una serie de emprendimientos ganaderos; la gente pensó que iba a quedar bajo el agua y pidió ayuda al gobierno», agrega.
Como en una película de ciencia ficción donde los disparos son imperceptibles para el ente enemigo, los dos aviones de la Armada no lograron romper el glaciar.
«Las bombas apenas han herido las capas superiores del témpano en un par de puntos, sin hacer mella digna de consideración en el imponente bloque», se relata en una nota del 14 de noviembre del mismo año. En ella, también se informa sobre la orden de hacer regresar a Puerto Belgrano las aeronaves apostadas en Río Gallegos, luego de un desalentador informe.
«Para mediados de febrero de 1940, el lago había crecido 11 metros y medio», explica Malagnino. Fue entonces cuando el Perito Moreno depuso su capricho y trajo alivio a los pobladores.
Reincidente. «Se trató de una de las crecidas más importantes, aunque en 1942, también por acción del glaciar, el agua llegó a los 15 metros de altura», agrega Malagnino, quien también recuerda la de 1952, en que las que hubo que evacuar chacras y el agua provocó una de las mayores erosiones en el suelo.
Virginia Lauricella de lanacion.com